Desde el 19 de septiembre, sin cesar, el volcán Cumbre Vieja arroja lava, que genera coladas que van hacia el océano. Lo hace destruyendo viviendas y sembradíos, a la par que sigue provocando evacuaciones y confinamientos.
Durante estos días, la erupción se complicó muchísimo, cuando el magma se desbordó y surgieron nuevos flujos. La actividad ya ha entrado en su cuarta semana sin dar tregua y sin final a la vista.
Distintas situaciones se van viviendo, por las lenguas de fuego que descienden: destrucciones, incendios, más evacuaciones y confinamientos por los gases tóxicos.
Los expertos dicen que el comportamiento del volcán y la fuerte actividad sísmica, con incontables temblores que han alcanzado una magnitud de 4,3, indican que la erupción se está alimentando con diferentes bolsas de magma que empujan hacia arriba.
Por ahora, el aeropuerto de La Palma de Canarias está operativo, pero pendiente del avance de las nubes de ceniza, que pueden afectar la partida y llegada de vuelos.