Carlitos “La Mona” Jiménez tuvo el pasado fin de semana otro de sus ya históricos momentos. Se trató de un baile a cielo abierto, donde convocó a casi 80 mil personas, para demostrar una vez más que los planetas cuarteteros giran en torno al “Mandamás”.
Fueron dos noches a puro tunga tunga y de saciar la sed de ver al ídolo popular con vino y cuarteto. Fueron dos jornadas para dar cuenta del máximo exponente del género musical cordobés y de “La Mona” comoel máximo icono vivo que se tiene en toda Córdoba. Así lo demostraron más de 70 mil personas que se repartieron entre el viernes y el sábado, para formar con sus señas de manos un cartel imaginario donde se puede leer: “La Mona es Inmortal”.
“El baile más grande del universo” -fue como se llamó a esta nueva apuesta de la productora que maneja su hijo Carli- que encontró en el estacionamiento norte del Mario Alberto Kempes, el lugar ideal para un baile, luego de que se cancelaran las ansiadas vueltas a la catedral del cuarteto y de Jiménez: el “Sargento Cabral”.
Invitados de lujo
La lluvia y el fresco del viernes al caer la noche desaparecieron. Como si supieran que debían ayudar a que la fiesta fuese completa y dar lugar para que sí aparecieran los invitados. En primer turno Cachumba, con el “Turco” Oliva a la cabeza y luego “El Loco” Amato. El primero luego de que los presentes hubiesen entrado en calor, con la música “monera” que se empezaba a bailar en la espera y que continuó al ritmo de Oliva que comenzó con todo en la fiesta. Y también homenajeando a Carlitos con temas como Cris, Dime, dime qué harás.
Cuando subió Cristian Amato, la locura empezó a contagiarse entre los presentes. Como en Natalia, que junto a tres amigas la semana anterior lo siguieron por diferentes ciudades y salas y se agolparon desde bien temprano en las vallas al lado del Kempes. El ex Trulala y La Fiesta sabe manejar a su público y al escenario como pocos, tal lo demostrado en poco más de una hora en donde los éxitos sonaron desde el comienzo y demostraron que ya es un clásico. La gente contenta como el, pero la felicidad para él y la gente estaba por llegar.
Los planetas alineados
Una cuenta regresiva que fue acompañada por un coro de fanáticos que esperaban por Carlos Jiménez y que se transformó en puro griterío, cuando desde las sombras (y desde abajo del escenario) “La Mona” emergió como un astronauta que estaba a punto de hacer bailar a toda la galaxia.
Persona y personaje conviviendo en un traje plateado, para delirio del público y para que más de uno pensara que “este personaje es de otro planeta”. Pero no. La Mona es bien de acá y de nuestra Tierra. Por eso el amor infinito de los suyos, por eso esa vigencia y ese don de impactar a las masas. Porque es el extraterrestre más humano que existe.
Sus pasos en cámara lenta, en esa presentación con el fondo como si fuera el espacio, se transformaron en puro ritmo y sus pases y pasos característicos, cuando Jaque Mate sonó para que todo el Kempes y alrededores comenzaran a vibrar. Es que en estos tiempos de bio pics, de series que hablan de la vida y carrera de artistas, lo de Jiménez el fin de semana fue un capítulo entero. Un baile (lo que se dice un baile, no un Festival Bum Bum) a cielo abierto, donde miles y miles fueron en peregrinación para demostrar que el amor por “el mono” no tiene fecha de vencimiento y ya pareciera que no tiene lugares físicos para contenerlo. Llenar el estadio mundialista no parece descabellado o quizá algo aún más grande.
“Gracias por venir al universo cuartetero” les dijo a los miles que se bailaron todo y a los muchos que se subieron a los hombros con banderas y tatuajes en sus pechos y espaldas, señales de un pueblo devoto que se siente protagonista porque el cantante les da el lugar que se merecen. Como lo hizo con los cantantes que lo precedieron Oliva y Amato. Con el primero hizo Mary la del Burdel y con “El Loco” hizo El divorcio. Canción que para nada demostraba el amor que le confesó públicamente Amato. Casi como un niño mirando a un superhéroe y al borde de las lágrimas el cantante le confesó: “Mona, hace 20 años que espero este momento”. Como si se hubiesen alineado los planetas del cuarteto, que giran en torno a Carlos.
Sonaron Gracias a Dios, Los colores, Ramito de violetas entre tantísimos hits, como ¿Quién se ha tomado todo el vino?, cuando ya era un hecho que el vino “Mandamás” pasara de mano en mano entre los músicos y la gente. Como una especie de comunión sellado en ese tetra, donde se dan por sabidas tantas cosas, tantos códigos, tantos años, tantos bailes… Como si la última canción que sonó – Solo contigo- fuese algo que se dijeran entre sí. “La Mona” a su público: “Todo es conocido / Y es que solo contigo /Yo puedo volar sin temor a caer en el mar del olvido”. Y el público a “La Mona”: “Yo siento el amor de una forma que nunca jamás he sentido/ Y no hay espacios vacíos”. Porque no hay nada que no llene este ser, el mítico Jiménez. Ni el espacio, ni el Universo. Que ya tiene su apellido. Como lo demostró en este baile que fue el más grande de todos.
Nota y fotos: @juanjofotos12