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Enamorados… del Festival

Terminó una nueva edición del Festival Internacional de Peñas de Villa María. La N°55 se encargó de no tener puntos flojos y dejarnos el corazón latiendo fuerte y muy lleno después de la última velada.

 

En el patio de su casa

 

La jornada del martes arrancó bien temprano, aunque con demoras, cuando Karen Quiroga ganadora de la Peña de Los Soñadores subió con un repertorio con mucha impronta personal, como en canciones como La Camisa Negra, Yo vengo a ofrecer mi corazón o Zamba para Olvidar. Un repertorio seguro, que fue aplaudido por sus ahora famosos hermano y cuñada: Alexis “Conejo” Quiroga y Coti Romero de Gran Hermano.

 

La Agrupación Foklórica Villa María, con un tributo a Hernán Figueroa Reyes, fue preparando el escenario para que el orgullo villamariense se personificara no solamente en bailarines, si no e uno de sus mejores representantes, en su voz, su guitarra y su armónica. Hablamos de Fabricio Rodríguez que se encargó de llegar a cada persona que estaba en el Anfiteatro, con su carisma, su virtuosismo y la humildad que lo caracteriza. Junto a su banda (que suena muy bien) y el coro gospel Kumbaya de Córdoba como invitado, el show de Fabricio tuvo alegría, pasión, compromiso y un llamado a valorar las cosas simples como cuando sonó Lluvia, esa canción que llevara agua a tribus de Tanzania.

 

La carrera de Fabricio se fue haciendo de Un día a la vez, y eso quiso compartir con su gente: “Hay vivir en el presente y dejar de vivir en el pasado”. Y también de vivir en armonía, invitación que hizo antes de que sonara su armónica y en ella el Himno Nacional Argentino. La última canción fue Solo le pido a Dios, a modo de agradecimiento perpetuo a León Gieco, quien lo apoyó a principios de los 2000 y le abrió sus primeras puertas. Rodríguez las supo aprovechar y por eso su carrera de veinte años fue reconocida por las autoridades; y su compromiso y colaboración con la asociación Vivamos con Esperanza (filial de la Lucha contra el Cáncer de Mama a quien le donó lo cobrado por la actuación), fueron ovacionadas. Como cada una de las canciones que regaló al público, su público, sus vecinos, quienes lo vieron crecer y se sintieron, este martes, como en el patio de su casa.

Algo de mi en tu corazón

 

Alejandro Lerner llegó por 14ª vez al Anfiteatro Municipal Centenario Aldo Invernizzi y lo hizo con éxito a puro éxitos. Es que en 40 años de carrera Alejandro se encargó de crear obras que todo el  “Coloso de cemento” cantó. Inclusive aquellos que acompañaron a sus parejas por el Día de los Enamorados y al principio estaban reticentes. Pero es que nadie, absolutamente nadie puede decir que no conoce un tema de Lerner, tampoco puede dejar de cantarlo casi a los gritos.

 

Un piano rojo con fileteado porteño con la bandera argentina, ya dejaba a las claras que pasión en todas sus formas era lo que iba a sobrar, para un recital que dedicó a los enamorados, al amor y a su compañera de vida, presentada como Marcela Lerner, que podría decirse que fue el mejor resumen de todo lo que se generó.

“Lerner 4D a tu lado” se llama el espectáculo de quien está cumpliendo cuatro décadas con la música. Seguramente eso es lo que destaca el nombre, pero también ir un poco más allá. Porque el show fue un “4 dimensiones” donde las sensaciones y los recuerdos fueron tocados por temas como No hace falta que lo digas, Hay algo que te quiero decir, Dame (la canción que hizo famosa Luis Miguel), Mira a tu alrededor junto a Fabricio Rodríguez (quien la canta en sus shows), Juntos para siempre con un Andrés Calamaro acompañándolo desde las pantallas y Después de ti. Volver a empezar fue el último tema y el mejor cierre de esa parte de la noche. Pero antes, cuando todo empezó un Lerner de pelo corto y que demuestra el paso de los años, nos cantó “Algo de mí en tu corazón”. Y sí… Porque después de tanto tiempo, hay algo de él en nuestros corazones.

Porque aún te aman

 

La noche ya era puro amor, para cuando subió Luciano Pereyra, quien maneja los escenarios y tiempos festivaleros como pocos. Y que por tantas actuaciones en estos ya se puede considerar un clásico. Por lo menos así lo demuestran muchas de sus canciones que sonaron cuando el 14 de febrero ya era 15, pero con el mismo sentimiento.

Porque aún te amo, Me mentiste, Eres perfecta, Perdóname, Seré -momento muy arriba del coro de la gente, se recibieron de la mejor manera, al igual que cuando compartió el escenario con Antonio José. El español antes de sus fechas en el país se dio el gusto de cantar “con el mejor” Cuando te enamores, en un momento muy lindo del concierto.

 

Entre número y número actuaron Anne Cardoso y Gonzalo Martín, el Trío Sachero, para que hubiese folklore como en los principios. Y además se homenajeó a quien estuvo presente desde aquellos primeros tiempos al -y nos ponemos de pie- periodista, locutor y Maestro de Ceremonias, Héctor Cavagliatto, quien falleciera el año pasado pero que dejó una huella imborrable.

 

Pintarse la cara color Diego Torres

 

Unas ganas de ir a abrazar a Diego Torres y charlar, y cantar, y… Y quedarse con la cara de felicidad de Andrea quien se sacó una foto con él, en la carpa de Prensa. Es que el show fue tan cercano, tan abrazador, tan amistoso (otra forma de dar amor en el día San Valentín). Fue más de una hora donde el humor reinó, donde los consejos post cuarentena y con un optimismo después de un 2022 “de mierda” como él mismo dijo.

“Por la tele veía pasar mucha gente por este escenario, pero no se me daba. Tenía muchas ganas de estar acá” dijo, con una sinceridad que se transmitió en cada intervención y en cada canción como en Andando, Hoy, Amanece, Color Esperanza, Tratar de estar mejor, y muchas más. Varias reversiones de sus clásicos y de los ajenos que los hizo propios, como Penélope de Joan Manuel Serrat y un discurso final para entender que la felicidad como cantara el catalán están en las “pequeñas cosas”.

Cantó Zamba para Olvidar, ese himno del cancionero popular de Daniel Toro que grabara con Mercedes Sosa; que en varios festivales ya cansa por ser cantado hasta el hartazgo, pero en él quedó muy hermoso e íntimo. Fue un show digno de ver, escuchar, apreciar. Fue como que la gente le cantara, cuando sonó Sueños, y le dijera a él: “quiero que esta noche sueltes toda esa alegría, Que ya no puedes guardar. Porque nosotros ya nos empezamos a pintar la cara color Diego Torres”.

 

La tribu se mudó a Villa María

 

La Tribu es una comunidad a la que Camilo pertenece. La conforman gente enamorada de la vida y que creen que el amor cambia el entorno a través de la música. Bien podría decirse que el Anfiteatro fue un domo,  una parte de esa tribu y justo en el Día de los Enamorados…

A las 3:30 de la mañana, despojado de prejuicios y de calzado, llegó uno de los artistas más resonantes del Festival, para dar el cierre que se merecía semejante edición. Fue además su primera fecha previa a una gira extensa, por eso los nervios previos y por eso toda la energía en Kesi, el tema de apertura y el corazón latente en el resto del recital.

Ropa cara siguió la lista, que nada tenía que ver con su atuendo de impecable blanco y con una sonrisa constante, inclusive para hablar de “corazones arrugados que sepan que no están solos, que tienen mucha gente alrededor”, para sentarse en el escenario y hacer Manos de Tijera.

 

Las canciones y los momentos fueron pasando, con una calidez y una amabilidad simples; con mensajes sobre la felicidad y el presente y que para muchos se resumía en estar viendo en vivo a Camilo. Pero no estuvo solo y no lo decimos por los miles que corearon sus canciones, si no por Eva Luna, su esposa, para cantar Por primera vez y cerca del final El amor de mi vida, y de ese modo cerrar la noche con muchísimo amor. La última jornada de un Festival del que estamos más que enamorados…

Mirá todas las fotos en nuestro Instagram: @fmtopvillamaria

Crónica y fotos: @juanjofotos12

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