El segundo día del Cosquín Rock tuvo momentos inolvidables y emociones en todos los escenarios. Un aluvión de gente fue testigo del cierre de un Festival para la historia, con un Fito Páez que resaltó y una presencia villamariense más que especial.
El calor fue protagonista durante toda la tarde, donde la gente en cantidad agobiaba y se sentía agobiada por tanta música, por tanto andar y por tantos escenarios que quemaron los papeles de organizaciones previas para ver a tal o cual artista.
Abanico musical
El domingo se vio la variedad de la que tanto se habló en la previa del Cosquín. Es que en un momento en cinco escenarios diferentes estaban cantando al mismo tiempo: Dillom, Lisandro Aristimuño, La Vela Puerca, Babasónicos y El Doctor. ¿Qué tul? Una mínima muestra de lo que pasa en Santa María de Punilla desde hace un tiempo y que se celebra cada vez más. De hecho la segunda jornada estuvo marcada por la celebración.
Hubo mucho cansancio acumulado post primer día, pero también una liberación y una fuerza sacada vaya uno a saber de dónde. Porque para estar hasta el final de la fiesta, hubo que aguantar y mucho. Hubo que hidratarse, en puestos donde las filas cuando hizo más calor fueron eternas y hubo que aliementarse, cuando la noche era una realidad, para llegar a la madrugada y terminar bien arriba con el DJ neerlandes Tiësto, que tomó un Escenario de montaña ardido por Dárgelos y los Babasónicos y lo hizo explotar interviniendo el hit de Bizarrap y Quevedo, en un momento y dejando un show de luces impactante. Era el final de la noche con las fiestas Polenta (en el escenario Boomerang) y Katana (en el Paraguay) para que el baile fuese completo y que el cuerpo siguiera ese toque Deléctrico que habían dejado los “Babas”.
Todo queda en familia
El escenario de Montaña tuvo su Manantial, pasadas las 17:30. Es que Manu Martínez le puso guitarra y corazón a quienes sentados la miraban y pensaban “cómo pasó el tiempo”. Eran quienes estaban vestidos con ropas de Los Piojos y que fueron a verla por su calidad y por ser la hija de Ciro. Y él, Ciro, junto a Los Persas se encargaron de hacer temblar el predio. Perdón, no era un temblor si no el pogo que ya estaba concretado.
Pero además tuvo lugar uno de los momentos del “Festival más importante del país” como gritó el ex líder piojoso y en eso tuvo que ver la Orquesta Sinfónica de Villa María. Un par de canciones con las que todos se destacaron, donde decenas de músicos le pusieron un sonido diferente y hermoso a la vez a Canción de Cuna, por ejemplo, acompañados de una dulce “Jose”, una niña mendocina que ya se ha presentado con Ciro otras veces.
Luis Nani, director de la Orquesta, nos comentó luego del show: “Fue una hermosa locura hacer esto en el Cosquin Rock una carta muy arriesgada nos jugamos convencidos de podiamos hacerlo y salió todo muy bien”. Y diríamos más que bien. Gente llorando de la emoción, después de esa parte del show -como cuando cantó Luz con un Messi campeón del mundo de fondo. eran la mejor explicación de lo que pasaba.
Esa relaciónde Orquesta Sinfónica y la orquesta Persa de Ciro, parece que tiene hilo en el carretel. El director también nos comentó: “Al margen del número increible de personas también me impactó la energía que me transmitía Ciro cada vez que que se arrimaba al lugar donde estaba yo dirigiendo. Es un frontman impresionante, como un pararayos recibia toda esa energía y la repartía por el escenario. Impactante”. Sí, fue así: impactante.
Y también de alto impacto fue el show de Airbag en el mismo momento, en un escenario Sur, que explotaba. Los hermanos “consagrados” en el Cosquín del 2022, volvieron para demostrar que son rock puro y duro; aademás de grandísimos músicos y que tienen un manejo del público y del escenario como si fuesen un clásico. Y casi…
De ese modo, le dejaron “el Sur” encendidísimo a Dillom (festejadísimo) y más tarde a Ca7riel y Paco Amoroso, que se encargaron que el cierre del ese escenario fuese impecable.
Una vuelta a la sensibilidad
1915, El Zar, Zenón Pereyra, fueron allanando el camino para que Emmanuel Horvilleur y Lisandro Aristimuño tuviesen sus instantes en el Escenario Boomerang. Mientras que el primero regaló temas de su carrera solista y hits de Illya Kuryaki and the Valderramas, el segundo se despachó con un set corto, pero efectivo y rockero , que fue de lo más lindo en esa noche que ya se preparaba para el final.
En la otra punta del predio Monsieur Periné le puso sabor y baile a la gente que no se decidía hacia donde ir y que se quedaba a la mitad del Aeródromo. La banda colombiana hizo las veces de “la Delio” que el día anterior fue muy ovacionada.
Mientras que el “Enano” y el “Cebolla” con los suyos se preparaban para ser lo abanderados de canciones cantadas con toda la fuerza, el pogo potenciado por cantidad de uruguayos que -argumentando que ahora le es más barato el festival- llegaron en manada (como siempre que toca La Vela) y un ida y vuelta con el público que trasciende tiempo y espacio.
Y otra banda ue ya trascendió tiempo, espacio y ediciones del Cosquín Rock es Las Pelotas. Con un Germán Daffunchio que entra en un estado de alegría total, cada vez que pasea por la lengua del esceneario rockero, la banda que tiene asistencia perfecta en el Festival, lo cerró a puro clásicos.
“Después de estar 22 cosquines, cuando muchos de ustedes no habían nacido, lo logramos: cerramos el Cosquín Rock número 23″, dijo el líder pelotero antes de empezar a bajarle la persiana a otra nueva edición.
Fiesta Páez
Pero antes del cierre de Las Pelotas, antes de que el último espectáculo de cada escenario cerrara esta edición récord, hubo un récord de momentos hermososos, encabezados por Fito Páez. Fue a eso de las 19 hs, cuando en el Escenario Norte tocaban Las Pastillas del Abuelo y cuando en el Escenario de Montaña, los Bandalos Chinos hicieron de las suyas.
La banda encabezada por “Piti” Fernández extendió el festejo de sus 20 años, en una plaza que le sienta tan bien y que lo demuestra por la cantidad de gente que se llega a verlos, siempre que tocan en Santa María de Punilla. La familia “pastillera” hizo gala de su aguante.
Ahí nomás, “Goyo” Degano demostró que el caso de Bandalos es para estudiar: la alegría que irradia y el crecimiento exponencial desde que salió su primer disco, allá por 2012, pero sobre todo en los últimos cinco años hasta posicionarlos como la banda indie del momento. Sonido impecable, un frrontman que se destaca, la buena onda que se comparte y el Vámonos de viaje, que resonó por todos lados. Siempre un excelente viaje con Gregorio como piloto.
Pero hablábamos de Fito Páez, que se encargó de llevarse los aplausos y las ovaciones de miles que atardecieron con el sol y con él, que con un amarillo intenso pareció tenerlo consigo.
Fito regaló de principio a fin El amor después del amor y lo disfrutó tanto como todos los presentes. No importó los problemas de sonido, en el segundo tema y se rió mucho, como cuando salio a escena granado un vivo de Instagram. Fue uno de los momenots más hermosos -o el más- de esta edición N° 23.
Con la gente acompañándolo a capela, este Fito inoxidable terminó su show cantando Y dale alegría a mi corazón. Como si supiera que él los alegra cada vez que se presenta. Como si entendiera que lo que le da alegría a nuestros corazones es el Cosquín y el Rock… después del Rock.
Crónica y fotos: Juan José Coronell – @juanjofotos12