Hace tres meses, Fito Páez terminaba su extensa gira del 2022 por los 30 años de “El Amor Después Del Amor”. Las últimas dos fechas tuvieron lugar en Córdoba y en una de ellas, la primera, todo fue emoción y alegría. Tanta que dura hasta hoy, tres meses después, casi como el Mundial. En la semana del cumpleaños N° 60 del astro rosarino, es buen momento para recordar esa noche.
En la Plaza de la Música la previa tenía dos temas de conversación: las tres décadas del disco más popular del cantautor nacido en Rosario y la posibilidad, tres décadas y media más tarde, de que otro Rosarino nos llevara al éxtasis. El primero con su música, el segundo con sus jugadas. No es cuestión de hacer paralelismos en toda la nota, pero cuando Fito Páez apareció, el grito fue casi como el que generó Lionel Messi metiendo su penal a Francia, dos días más tarde por la final del Mundial.
Pero sí hay que decir algo, la espera interminable de años, para que Argentina volviera a festejar un título mundial, tuvo su pequeña muestra cuando Fito anunció que los shows que se iban a dar en septiembre pasarían a diciembre. Que su título, que lo convirtió en mundial, debía esperarse tres meses más, para volver a ser tocado de principio a fin en vivo.
Muchaaaaaaaaaaachos a Fito vinimo’ a escuchar
La espera fue entre canciones por Fito y por “La Scaloneta” en la media hora que se demoró el comienzo del show. Para cuando esto pasó ya nadie pensaba en el calor del lugar ni tampoco, aunque parezca mentira, en el partido de fútbol trascendental que se jugaría en Qatar 36 horas más tarde.
Una base reconocible por propios y extraños, los músicos que salen a escena, una voz que repite cantando sin cansar “El amor después del amor” y la explosión ensordecedora cuando salió tan elegantemente con estilo, el que apenas empezó el show empezó a ofrecer su corazón y más que eso. . (Como lo hiciera en Cosquín Rock de impecable amarillo y como hará en unos días -en el próximo abril- en Vélez, repitiendo lo que hizo hace tres décadas cuando fue el primer artista en llenar ese estadio).
Decíamos que fue más que un show. Fue ofrecer una obra sin fisuras, tan perfecta en sonido como ese disco que en 1992 marcó a tantísima gente; para que se convirtiera Rodolfo en un maestro de ceremonia y director de orquesta musical de nuestras vidas. En este espectáculo lo es literal, cuando en muchos momentos le da la espalda al público, para dirigir a sus músicos: una verdadera orquesta que sonó y suena a la perfección, con una Marina Vitale , (“Emme”) destacándose por su porte y su voz.
Todo lo que hicimos sigue vivo en un lugar
“Buenas noches Córdoba querida, los quiero escuchar. Acá estamos 30 años después del amor”, fue lo que dijo al terminar el primer tema. La nostalgia y la adrenalina por escuchar de nuevo ese disco, fue en aumento cuando sonaron Dos días en la vida, La Verónica y el segundo gran momento con Tráfico por Katmandú. Casi como si pusiéramos el disco, el show fue respetando ese orden. Y la gente el desorden de baile, pogo, griterio, recuerdos que llegaban de a montones, “personas que no vamos a olvidar”, alguna que otra dedicación para las personas más especiales para cantarles “Y decirte que te extraño, y voy a verte feliz”, cuando sonó Pétalo de sal; luego de confesar que “nadie nos protege contra todos los males de este mundo excepto Luisito”, por Spinetta quien sonó en los parlantes y fue el mejor cuidado.
Un vestido y un amor, que como todo el disco, fue para Cecilia Roth su novia de entonces, dio paso a su Tumbas de la Gloria, el tema que le hizo a su anterior amor Fabiana Cantilo. Por eso “El amor después del amor” y por eso 30 años después, ese amor hecho música, nos siguió enamorando como al principio.
Uno de los puntos más altos de la noche fue cuando sonó Creo. Antes de eso, Páez dijo: “Yo creo que el domingo nos traemos la copa”. Hoy, a tres meses después, el décimo tema de ese disco fue la mejor premonición. Ya no había mufa existente, para semejante creencia y confianza. Y más si era cantada y más si era con una de las mejores canciones de EADDA.
“Que nos escuchen en Lima” dijo Rodolfo, antes de que sonara Detrás del muro de los lamentos, para esa marinera que es prima de nuestra chacarera y que era “la música que se escuchaba en casa de nuestros padres”, que es decir la música que ya trascendió, representada en un disco que siempre fue completísimo y un resumen de tanto (tango, folklore, trova rosarina, rock del bueno). Y decimos que trascendió por él, gracias a él y como él, quien es una suerte de señal que nos dejó para siempre, para que sea una de esas personas que no vamos a olvidar.
Pero ahora es algo mucho más real…
La seguidilla de éxitos llegó con Al lado del camino, 11 y 6, Circo Beat, Ciudad de pobres corazones, Dar es dar y Mariposa Tecknicolor. Una referencia más al Mundial, para que el pueblo se volviese a poner en modo Mundial, pero un pedido para que “los pibes no estén en la calle, cuando pase el hambre seremos verdaderos campeones”; un Fito Páez enamoradísimo de la guitarra de Juani Agüero; en Dar es dar una improvisación cantándole al chori cordobés que no se consigue en ningún lugar del mundo. Como él y el otro rosarino. Como Messi y como Fito Páez. Que dieron alegría a nuestros corazones, que se entregaron en cuerpo y alma, para hacernos sentir más vivos. Porque Fito “puso las canciones en nuestros walkmans, para que el tiempo a él lo ponga en otro lado”. En el lado de la leyenda rosarina, pero vive y es una sensación que “ahora es algo mucho más real”. Como la Copa eterna en la que él creyó hace tres meses. Como en su propia copa que fue victoria musical, para todos hace 30 años y para siempre.
¡Felices 60 años Fito Páez!
Feliz vida, porque nos ayudar a hacer felices a las nuestras… ✨
Crónica y fotos: Juan José Coronell – @juanjofotos12